La madrugada del Año nuevo aymara en el Cerro "Wila Antaño" |
La danza originaria de Chunchus de la Comunidad de Chirioco, deleita al público. |
El
21 de junio es un día especial en Bolivia, es la llegada del "Año Nuevo Aymara" ahora
considerado como Año nuevo Andino Amazónico, fiesta también conocida como el
"Willakuti" o
"Retorno del Sol".
Si
bien el acto central está centrado en
Tiwanaku, donde se encuentra la Puerta del Sol, también se
realizan importantes celebraciones en tres sitios sagrados de Pucarani como son
Cerro antaña, Patamanta y en las ruinas de Lucurmata.
Dentro
del calendario andino y del hemisferio sur, existen dos solsticios, el de
invierno y el de verano. La celebración del mara t’aqa corresponde al de
invierno, donde la altura, la helada y el movimiento del sol condensan su
máxima expresión, por eso en varios sitios cósmicos en Pucarani, donde cada 21
de junio, Año nuevo aymara se celebran la recepción del solsticio, entre los
principales son:
·
Cerro Antaña
awicha ubicada a 30 minutos de
caminata desde la Ciudad
de Pucarani, donde hace más de 10 años, cada 21 de junio los dirigentes y bases
se concentran para valorar los saberes ancestrales y bajo las estrictas reglas
de Yatiri, se organizan para ofrecer ritos a la madre tierra. En las madrugadas
algunos sabios y brujos suben al cerro para realizar ceremonias para recuperar ajayus con la esencia y poder de sus ancestros para buena salud, estudio y
trabajo, donde a veces un equipo de cuyes negros entrenados cumplen la sagrada
y mágica misión de pasar sobre el cuerpo del enfermo, absorbiendo así, todos
los males y embrujos que dañaban al humano.
·
Lucurmata es la más famosa del conjunto de las ruinas
arqueológicas. Se trata de construcciones que miran hacia las orillas del lago
y resalta el interés de los visitantes como una pequeña parte
del patrimonio nacional digno de ser conservado y existen otros recursos que no
son aprovechados, como por ejemplo las chullpas, tumbas ancestrales elaboradas
en piedra y de particular interés para científicos de todo el mundo. Al igual
que en Antaño, comunarios de la región se reúnen desde la víspera para recibir
al solsticio.
·
El cerro Wallqani de Patamanta es otro de las
poderosas apachetas que cuenta con su entorno paisajístico de singular belleza.
Es un sitio sagrado que tiene características del mirador y con poderes similares a las
apachetas de Kallami (Aygachi). Los comunarios suben a venerar al espíritu de
los antepasados, y creen en su energía cósmica telúrica, por eso visitan a
realizar encuentros de fe. Es una montaña donde descansan deidades y aun se
pueden ver restos de cerámicas, maderas y dulce mesas ya pasadas. El 21 de
junio, antes que salga el sol, con especial atención los comunarios suben al
sitio que algunos días también es visitado por personas que practican el deporte
extremo de parapente, muy parecido a paracaidistas vuelan, giran en el aire de
Patamanta y aterrizan en un lugar estratégico.
En estas
ceremonias del solsticio, actúan los yatiris
que hablan con la tierra y utiliza el alcohol y elementos simbólicos para
ese acto. Los sabios visitan de manera
permanente al sitio para solicitar seguridad, salud, estudio, trabajo y otros
favores, que según varias personas sus bendiciones son evidentes, por eso se
había programado esa vigilia en el lugar.
Observando
de cerca, la waxta consiste, en
ofrecer a la tierra con dulce mesas, hojas de coca y alcohol para alimentar a la Pachamama. Mientras
lo hacen, beben y le ofrecen cantos y el amauta dialoga con la pachamama de la
siguiente manera:
“Gran tío
illimani, dueño del oro y plata, a ti te suplicamos, a ti te brindamos esta
ofrenda, ayúdenos” - prepara en el suelo, mientras que pijchan el boleo de la
coca y fuman cigarrillos en paquetes. El Yatiri coloca encima de un papel
blanco varias hojas de coca seleccionadas, verdes y grandes, lanas de color, caramelos
de todo color, casitas de dulce, paquetitos de sal, yerbas aromáticas, qoas,
incienso, copal, amuletos, semillas de guairuro traídas del Amazonas, untus,
chiuchis, papeles dorados y plateados que simbolizan el oro y la plata, k’ilis,
el infaltable sullu de llama desecado y ch’allaban con gotas de alcohol puro y
vino. Luego poco a poco rezaban de rodillas con brazos en alto, queman esas
ofrendas con la grasa de llama, para que tenga fuerza la Madre Tierra.
Invocan continuamente a los achachilas: Illimani, Illampu, Sajama, pachjiri,
lluqulluqu, waraqu y tantos wak’as que tienen como quri/qullqi anchanchu que
tienen hambre; pero también a la virgen católica con diversos nombres:
Copacabana, Urkupiña y al Santo Patrón del lugar. Incluye a Santiago con su
espada, como si fuera el Tunupa del ancestral dios del rayo. El objetivo del “waxt’a o pago a la tierra”
es pedir deseos de garantía, buena salud para todos, bienestar en la familia,
armonía en la comunidad, en el trabajo, viajes y devolver a la tierra algo que
ella nos ha regalado: la producción de animales, agua y alimentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario