lunes, 16 de septiembre de 2013

Año nuevo aymara en Pucarani


La madrugada del Año  nuevo aymara en el Cerro "Wila Antaño"


La danza originaria de Chunchus de la Comunidad de  Chirioco, deleita al público.

El 21 de junio es un día especial en Bolivia, es la llegada del "Año Nuevo Aymara" ahora considerado como Año nuevo Andino Amazónico, fiesta también conocida como el "Willakuti" o "Retorno del Sol".

Si bien el acto central está centrado en Tiwanaku, donde se encuentra la Puerta del Sol, también se realizan importantes celebraciones en tres sitios sagrados de Pucarani como son Cerro antaña, Patamanta y en las ruinas de Lucurmata.

Dentro del calendario andino y del hemisferio sur, existen dos solsticios, el de invierno y el de verano. La celebración del mara t’aqa corresponde al de invierno, donde la altura, la helada y el movimiento del sol condensan su máxima expresión, por eso en varios sitios cósmicos en Pucarani, donde cada 21 de junio, Año nuevo aymara se celebran la recepción del solsticio, entre los principales son: 

·        Cerro Antaña awicha ubicada a 30 minutos de caminata desde la Ciudad de Pucarani, donde hace más de 10 años, cada 21 de junio los dirigentes y bases se concentran para valorar los saberes ancestrales y bajo las estrictas reglas de Yatiri, se organizan para ofrecer ritos a la madre tierra. En las madrugadas algunos sabios y brujos suben al cerro para realizar ceremonias para recuperar ajayus con la esencia y poder de sus ancestros para buena salud, estudio y trabajo, donde a veces un equipo de cuyes negros entrenados cumplen la sagrada y mágica misión de pasar sobre el cuerpo del enfermo, absorbiendo así, todos los males y embrujos que dañaban al humano.
·        Lucurmata es la más famosa del conjunto de las ruinas arqueológicas. Se trata de construcciones que miran hacia las orillas del lago y  resalta el interés de los visitantes como una pequeña parte del patrimonio nacional digno de ser conservado y existen otros recursos que no son aprovechados, como por ejemplo las chullpas, tumbas ancestrales elaboradas en piedra y de particular interés para científicos de todo el mundo. Al igual que en Antaño, comunarios de la región se reúnen desde la víspera para recibir al solsticio.
·        El cerro Wallqani de Patamanta es otro de las poderosas apachetas que cuenta con su entorno paisajístico de singular belleza.
Es un sitio sagrado que tiene características  del mirador y con poderes similares a las apachetas de Kallami (Aygachi). Los comunarios suben a venerar al espíritu de los antepasados, y creen en su energía cósmica telúrica, por eso visitan a realizar encuentros de fe. Es una montaña donde descansan deidades y  aun  se pueden ver restos de cerámicas, maderas y dulce mesas ya pasadas. El 21 de junio, antes que salga el sol, con especial atención los comunarios suben al sitio que algunos días también es visitado por personas que practican el deporte extremo de parapente, muy parecido a paracaidistas vuelan, giran en el aire de Patamanta y aterrizan en un lugar estratégico.
En estas ceremonias del solsticio, actúan los yatiris que hablan con la tierra y utiliza el alcohol y elementos simbólicos para ese acto. Los sabios visitan de manera permanente al sitio para solicitar seguridad, salud, estudio, trabajo y otros favores, que según varias personas sus bendiciones son evidentes, por eso se había programado esa vigilia en el lugar.
Observando de cerca, la waxta consiste, en ofrecer a la tierra con dulce mesas, hojas de coca y alcohol para alimentar a la Pachamama. Mientras lo hacen, beben y le ofrecen cantos y el amauta dialoga con la pachamama de la siguiente manera:
“Gran tío illimani, dueño del oro y plata, a ti te suplicamos, a ti te brindamos esta ofrenda, ayúdenos” -  prepara en el  suelo, mientras que pijchan el boleo de la coca y fuman cigarrillos en paquetes. El Yatiri coloca encima de un papel blanco varias hojas de coca seleccionadas, verdes y grandes, lanas de color, caramelos de todo color, casitas de dulce, paquetitos de sal, yerbas aromáticas, qoas, incienso, copal, amuletos, semillas de guairuro traídas del Amazonas, untus, chiuchis, papeles dorados y plateados que simbolizan el oro y la plata, k’ilis, el infaltable sullu de llama desecado y ch’allaban con gotas de alcohol puro y vino. Luego poco a poco rezaban de rodillas con brazos en alto, queman esas ofrendas con la grasa de llama, para que tenga fuerza la Madre Tierra. Invocan continuamente a los achachilas: Illimani, Illampu, Sajama, pachjiri, lluqulluqu, waraqu y tantos wak’as que tienen como quri/qullqi anchanchu que tienen hambre; pero también a la virgen católica con diversos nombres: Copacabana, Urkupiña y al Santo Patrón del lugar. Incluye a Santiago con su espada, como si fuera el Tunupa del ancestral dios del rayo.  El objetivo del “waxt’a o pago a la tierra” es pedir deseos de garantía, buena salud para todos, bienestar en la familia, armonía en la comunidad, en el trabajo, viajes y devolver a la tierra algo que ella nos ha regalado: la producción de animales, agua y alimentos.

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